Pyari Bibi: “La gente no tiene qué comer, el dinero se ha acabado”

Pyari Bibi: “La gente no tiene qué comer, el dinero se ha acabado”

Así resume Piyari Bibi, una de las mujeres que trabajan en el taller de artesanía de Semilla para el Cambio en Varanasi, la situación en la que se encuentran miles de familias ante la crisis desencadenada por el coronavirus: tienen que sobrevivir a una fuerte subida del precio de los alimentos y combustible, mientras los ingresos se han reducido drásticamente.

“El coronavirus ha causado más pobreza”, dice tajante. Piyari no ha perdido su trabajo, pero ha tenido que pedir prestadas 20.000 rupias a familiares y otra gente, por lo que tiene que ganar aún más para saldar sus deudas.

Adapta los recursos a la nueva situación. “Tengo que pensar en cosas baratas para cocinar. Antes daba poori (pan frito) a mis hijos, pero ya no. Ahora preparo roti (pan seco estilo pita que no requiere aceite) y comemos más arroz. Solo consumimos verduras dos o tres veces al mes”.

Los hábitos alimentarios han cambiado 

En muchas casas han pasado de comer cosas recién hechas a cocinar una vez al día para ahorrar gas – el precio de las bombonas ha subido de 600 rupias a 1000-. Algunas de las familias con las que trabajamos consumían carne o pescado dos o tres veces por semana, pero ahora lo hacen cada quince días o incluso una vez al mes.

Los alimentos como frutas y verduras escasean en la dieta, ya que, en algunos casos, como los tomates, han llegado a duplicar su precio. Se han reemplazado por productos de baja calidad o alimentos como arroz, lentejas baratas o chapati (un tipo de pan) que llenan el estómago.

Marina, otra de las mujeres del taller, echa de menos llevar fruta y leche a casa. Se ha visto forzada a pedir dinero a un prestamista por las dificultades que le ha creado la pandemia, que la dejó sin ingresos.

“Perdí el trabajo que tenía como limpiadora en casas. Con eso ganaba unas 12.000 rupias, pero con el confinamiento las familias no me dejaban entrar en casa por miedo a la infección”, nos cuenta, intranquila por sus hijos.

Otra de sus compañeras, Asha, cocina menos, usa menos frutas y verduras, y se preocupa más, ya que siente la responsabilidad de gestionar el hogar y los gastos: “Ni mi marido ni yo hemos perdido nuestros trabajos, pero ganamos menos. Mi esposo recolectaba materiales reciclables para luego venderlos, pero ya no gana lo mismo. Hemos perdido alrededor del 50% de nuestros ingresos”. Ellos también han tenido que pedir dinero, en su caso, comprando a crédito en las tiendas locales.

Escasos recursos

Aunque todas confían en que la situación mejorará, por ahora deben hacerle frente con los recursos que tienen, que son reducidos. En los mejores casos, las familias contaban con “una tabla salvavidas” en forma de ahorros, como el centenar de familias que participaba en el proyecto de micro-ahorro de Semilla.

Pero desde la primera ola de la pandemia que causó la pérdida de trabajos y la reducción de muchos salarios, la gente empezó a usar su dinero para pagar los gastos más básicos y el alquiler. Y el dinero se agota sin que haya posibilidades de ganar más. Las ayudas gubernamentales y las redes familiares son parte de la solución, pero es necesario que la economía vuelva a remontar para que las circunstancias progresen.

“Si llega una tercera ola, la situación será incluso peor. Las personas sin recursos sufrirán más”, alerta Piyari, inquieta ante las predicciones de que variantes más contagiosas del coronavirus lleven a un repunte de casos en el país, a pesar de las medidas de seguridad y la campaña de vacunación en marcha que ya ha cubierto con la pauta completa a más del 18% de la población.