«Lo que más le gusta es jugar con sus amigos y amigas en la ONG». Nargis, estudiante de Sigra

«Lo que más le gusta es jugar con sus amigos y amigas en la ONG». Nargis, estudiante de Sigra

Con solo 6 años, Nargis es una de las benjaminas del Programa de Educación Integral en el centro de Sigra. Es la pequeña de tres hermanas, y su historia es también la de su madre, una mujer que pese a la oposición de su marido ha conseguido aprender una profesión y labrarse un futuro mejor para ella y sus hijas.

10º aniversario - Nargis - Semilla para el cambio
Nargis jugando con un compañero de clase en el centro de Sigra

Nargis, Sabana y Sultana. Resulta casi imposible no reconocer de un vistazo que son hermanas. El color de sus ojos las delata, son las hijas de Madina Bibi. Así es como se las conoce en el centro de Semilla para el Cambio en el barrio de Sigra. La historia de superación de esta familia lleva el sello de su madre, la primera mujer de los slums que se compró una máquina eléctrica y que trabaja desde casa confeccionando y arreglando las prendas de sus vecinos. Nargis, la más pequeña de las tres, tiene 6 años y este año se encuentra en 1º de preescolar. Lo que más le gusta es jugar con sus amigos y amigas en la ONG, especialmente “a las cocinitas”, como ella misma reconoce. Para Mandakini, profesora de 2º curso, las tres hermanas son “buenas estudiantes, tranquilas y educadas”. 

La historia de Nargis, al igual que la de sus hermanas, no sería posible sin el tesón de su madre. El interés de Madina por la confección empezó en su aldea, gracias a un vecino que tenía una pequeña sastrería. Fue a su lado cómo aprendió a coser y a hacer dobladillos, ojales y a colocar botones. Pero Madina quería mejorar su técnica, lo que sabía hasta entonces le sabía a poco. Fue así como decidió inscribirse en el Curso de Alfabetización de seis meses que da acceso al Taller de iniciación de Corte y Confección de Semilla para el Cambio. Y todo ello pese a la oposición de su marido, quien al inicio se mostraba muy reacio a que su mujer saliese de casa y aprendiese una profesión.

El ejemplo de Madina demuestra hasta qué punto el Programa de Empoderamiento de la Mujer de Semilla no solo consigue que las mujeres tengan acceso a un salario digno, sino que también sirve para empoderarlas y para que confíen en sí mismas. Las mujeres son capaces de todo lo que se propongan. Nargis, Sabana y Sultana tienen el mejor ejemplo en casa.