Infancia

En las comunidades beneficiarias, la cara más amarga está protagonizada por los niños y niñas trabajadores. Desde edades muy tempranas, muchos se ven obligados a lavar ropa, trabajar en hoteles o vender souvenirs a orillas del Ganges (en Dashaswamedh), o a vagar por las calles en busca de material reciclable (papel, plástico y chatarra) para la reventa (en la comunidad de ragpickers o recogedores de basura del barrio de Sigra).

En ambos casos, estos niños forman parte activa de la economía familiar, y para sus padres, escolarizarlos supone renunciar a una parte considerable de los ingresos de la familia, que puede llegar hasta el 40%.

En Uttar Pradesh, estado en el que se encuentra Varanasi, el 79% de los niños recogedores de basura no están escolarizados. A la situación de pobreza de las familias se une la falta de concienciación de los padres, ya que la mayoría son analfabetos y no entienden la importancia que tiene la educación para salir del círculo de pobreza en el que están inmersos.

Otro de los problemas es que estos menores trabajan en entornos muy insalubres y en unas condiciones de gran precariedad, por lo que es habitual que contraigan diarreas, parásitos, anemias o problemas respiratorios provocados por el contacto directo con la basura. Todo ello es difícil de erradicar sin unas condiciones laborales decentes ni acceso a la sanidad, algo que tampoco se pueden permitir en muchas ocasiones.

En 2001, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) incluyó la recogida de basuras dentro de los trabajos catalogados como peligrosos para los niños e instó a los gobiernos de los países donde se ejerce habitualmente esta práctica a que implementasen medidas para evitarla. En India, el artículo 186 de la Ley de Prohibiciones y Regulaciones del Trabajo Infantil hace mención a los recolectores de basura, pero se ignora completamente su repercusión sobre el trabajo infantil, ya que no responde a ningún patrón de empleado habitual, sino que trabajan en una economía sumergida e ilegal bajo la tutela de sus padres. Esta circunstancia crea un vacío legal y deja en total desamparo a los más pequeños de la comunidad.

Semilla para el Cambio trabaja para erradicar el trabajo infantil entre las comunidades beneficiarias, a través de la concienciación de las familias y de su Programa de Educación Integral.