“Nuestros niños y niñas merecen una educación de calidad; que se emocionen, que sonrían, disfruten y lo pasen bien”

“Nuestros niños y niñas merecen una educación de calidad; que se emocionen, que sonrían, disfruten y lo pasen bien”

María Terol llegó en agosto a Varanasi para ponerse al frente del programa de educación integral de Semilla para el Cambio, pero ni la organización ni el contexto le son ajenos.

Esta profesora valenciana, con una larga trayectoria profesional, llegó a India por primera vez en 2017 “inspirada” por Jessica Giner, una amiga que también se ha convertido en compañera de trabajo: desde marzo, Jessica es la responsable de la gestión de proyectos en terreno de Semilla, apoyada por la directora, María Bodelón, desde España.

María siempre volvía con la misma sensación de los dos viajes que hizo a Varanasi, en los que se puso en contacto con Semilla: “me quedaba con las ganas de colaborar durante más tiempo”.

Pero el voluntariado con la ongd requería de su disponibilidad durante un mínimo de tres o cuatro meses, lo que implicaba tener que dejar su trabajo de maestra, que ha desempeñado durante doce años entre España e Irlanda.

Muchas ganas y experiencia previa

“Lancé la idea al universo” y finalmente “surgió la oportunidad”. “Tenía muchas ganas de venir a la India un tiempo largo. Ya conocía el lugar, el sistema educativo en India y el proyecto de Semilla”, explica sobre esta ocasión que le ha llevado a pedir una excedencia y comprar un billete sin fecha de vuelta para dedicarse plenamente a sus nuevas funciones.

“Me siento muy agradecida a Semilla porque era uno de mis sueños”, cuenta con muchas ganas, señalando que ella también quiere “plantar su semillita”.

Ahora está totalmente centrada en la gestión del programa de educación, que vuelve a la normalidad tras un año y medio de funcionamiento online para garantizar que los niños tuvieran acceso a su educación a pesar de la pandemia. Entre sus responsabilidades están la gestión y supervisión del profesorado y su actividad docente, la coordinación y control de las actividades académicas, la organización de reuniones con las familias y el colegio, la tramitación de las admisiones de nuevos alumnos y alumnas, y la formación de los profesores en nuevas metodologías.

Las clases presenciales se han retomado en septiembre y abren un periodo de actividad intenso: la compra de nuevos uniformes, el apoyo y formación a los coordinadores locales, la búsqueda de nuevas familias que participen en los apadrinamientos y la coordinación con el programa de Nutrición que acaba de arrancar, entre otras.

María Terol - Semilla para el Cambio
María Terol en el centro de Semilla para el Cambio en Sigra, Varanasi.
Atención a la diversidad 

“Cuando todo esté en marcha, me centraré en la atención a la diversidad”, señala Terol como principal foco de sus esfuerzos.

“La filosofía de la ongd es la de una educación más innovadora y para eso los profesores necesitan formación constante. El gran hándicap son los retos para marcar el modelo educativo, para mejorar poco a poco: que todo sea más vivencial, más dinámico y educativo. Los niños y niñas ya van a colegios externos. Nosotros queremos atender más a la diversidad, hacer seguimiento de las necesidades que tienen: si les falta continuidad, si tienen carencias, si no aprenden bien, etc”, apunta. El objetivo es “intentar ayudar lo máximo posible”.

María explica que hay muchos niños que tienen dificultades de aprendizaje por sus contextos, que a veces son problemáticos, y destaca que es importante “una atención más individualizada” para acompañarlos en sus procesos educativos.

Las reuniones con las familias son una parte fundamental de ese desarrollo. “A veces es difícil llegar a los padres, pero hay que buscar la manera de ir acercándolos a la educación de los hijos. La educación empieza en casa, en un ambiente relajado y tranquilo”.

“Estos niños merecen una educación buena y de calidad. Que se emocionen, que se sonrían, que disfruten, que lo pasen bien”, explica. A veces, en sus casas “no tienen espacio para esto”, porque las familias son extensas y los hogares pequeños, o pueden molestar a los vecinos, y la ongd “es el único sitio donde pueden hacerlo”.

“Estoy muy agradecida de poder colaborar para que los y las estudiantes estén felices en la ongd. Muchos ya lo están, se les ve sonrientes con sus uniformes. Pero intentaremos todo lo que podamos para contribuir a mejorar sus vidas”, sostiene.