Semilla ha reforzado las acciones encaminadas a promover la planificación familiar entre las familias de los slums de Sigra, donde el número de hijos/as por mujer sigue siendo alto. Además de reforzar la concienciación entre las familias, se han introducido ayudas económicas para las mujeres que se practiquen una ligadura de trompas o las niñas que completen su educación secundaria.
Durante las últimas semanas Semilla para el Cambio está intensificando las acciones de planificación familiar que se llevan a cabo en los slums de Sigra, dentro del Programa de Promoción de Salud. El objetivo es controlar la natalidad y reducir el número de hijos por mujer que, aunque ha bajado en los últimos años, sigue siendo muy alto en estas comunidades.
La alta tasa de natalidad en los slums está estrechamente relacionada con la pobreza endémica que sufren sus habitantes. Las familias tienen que destinar una gran cantidad de recursos a la crianza y manutención de sus hijos/as, lo que limita su calidad de vida y las posibilidades de formación y desarrollo de los propios niños/as, que en muchas ocasiones han de ponerse a trabajar a muy temprana edad para contribuir a la economía familiar.
Además, tener embarazos muy seguidos o a edades muy tempranas puede tener consecuencias negativas para la salud de la mujer, especialmente en aquellas que se casan a los 15 o 16 años (como sucede muchas veces en los slums). “El cuerpo no está preparado y sufren problemas como la anemia”, explica María Bodelón, directora de Semilla para el Cambio.
Aunque Semilla lleva ejecutando acciones de planificación familiar desde el 2013, recientemente se han introducido algunas novedades. En los últimos 5 años se han realizado 53 procedimientos de prevención de embarazos permanentes y semipermanentes (ligaduras y DIUs), así como muscos tratamientos hormonales no permanentes. Así, de 2012 a 2017 se ha conseguido reducir el índice de natalidad de 5,6 a 3,8 hijos por mujer. Ahora lo que se pretende es que estos logros no se estanquen y se sigan reduciendo este índice, ya que el alto número de hijos/as de las familias sigue lastrando el desarrollo de estas comunidades.
La primera de estas novedades es la introducción de una ayuda económica para las mujeres que se practiquen una tubectomía (o ligadura de trompas), ya que muchas de ellas se quejan de que el necesario reposo tras la operación les impide trabajar durante una semana, privándolas de unos ingresos vitales para ellas. Y para aquellas mujeres que son amas de casa y que tienen que ocuparse de una familia numerosa, la ayuda económica podrá sustituirse con la contratación de una asistenta que le ayude con las tareas del hogar mientras la paciente se recuperan de la operación.
Más concienciación
Igualmente, las promotoras de salud de Semilla han redoblado los esfuerzos de concienciación entre las familias que, teniendo cuatro o más hijos, no siguen ningún tipo de planificación familiar, o bien la hacen de forma parcial o demasiado laxa.
Según explica María Bodelón, directora de Semilla para el Cambio, “tras múltiples años de trabajo continuado con estas comunidades, se ha adquirido una experiencia muy valiosa a la hora de determinar qué métodos anticonceptivos son más adecuados para las mujeres de los slums de Sigra”. A modo de ejemplo, María explica que en la actualidad Semilla ha dejado de promover el uso de la píldora anticonceptiva en estas comunidades, ya que con frecuencia las mujeres se olvidaban de tomarla. En su lugar, se potencian métodos de planificación familiar semipermanentes o permanentes como el dispositivo intrauterino o la ligadura de trompas.
Entre las causas de la elevada natalidad de los slums, se encuentran entremezclados factores culturales, sociales y económicos. Algunas personas dentro de estas comunidades siguen siendo reticentes al control de la natalidad, ya que creen que la concepción es sagrada y no se debe interferir en ella. Sin embargo, gracias a la labor de concienciación que Semilla para el Cambio desarrolla en los slums, cada vez son menos las familias que no siguen ningún tipo de programa de planificación familiar. ”Nuestra labor no es imponer, sino educar y concienciar para que las familias puedan tomar este tipo de decisiones siendo totalmente conscientes de las consecuencias”, explica María Bodelón.
Esa labor de concienciación la llevan a cabo las promotoras de salud, que día a día tratan con los habitantes de los slums. Con la confianza que les confiere ser vecinas suyas, les aconsejan y advierten de las consecuencias de tener una familia numerosa, tanto para la la propia familia como para el correcto crecimiento y desarrollo de sus hijos/as.
Educación frente al matrimonio infantil
Ratika Tewari, coordinadora del Programa de Salud de Semilla para el Cambio, ha seguido de cerca esta campaña de promoción de la planificación familiar en los slums durante las últimas semanas, realizando ella misma varias visitas a estas comunidades. Según explica, “la adopción de un programa de planificación familiar es especialmente importante para las mujeres que se casan muy jóvenes, ya que al no estar sus cuerpos totalmente desarrollados, un embarazo prematuro puede suponer un peligro tanto para su salud como para la de sus hijos o hijas”.
Esto apuntan también desde la Organización Mundial de la Salud, que alerta que la procreación prematura aumenta el riesgo tanto para las madres como para los recién nacidos. “Las complicaciones durante el embarazo y el parto son la segunda causa de muerte entre las muchachas de 15 a 19 años en todo el mundo —apuntan—. Y en los países de ingresos bajos y medianos, los bebés de madres menores de 20 años se enfrentan a un riesgo un 50% superior de mortalidad prenatal o de morir en las primeras semanas de vida que los bebés de mujeres de 20 a 29 años. Cuanto más joven sea la madre, mayor el riesgo para el bebé. Además, los recién nacidos de madres adolescentes tienen una mayor probabilidad de registrar peso bajo al nacer, con el consiguiente riesgo de efectos a largo plazo”
Por esta misma razón y como parte de esta campaña, Semilla ha impulsado también recientemente la implantación de un incentivo económico para aquellas chicas que completen su educación secundaria, con el propósito de mantenerlas escolarizadas hasta por lo menos los 18 años, evitando así los matrimonios infantiles.
Igualmente, esta medida es una inversión en planificación familiar a largo plazo, ya que se ha comprobado que las mujeres con un mayor nivel educativo tienen familias menos numerosas y más saludables, al hacerse conscientes de los riesgos y problemas que una familia numerosa conlleva y tener un conocimiento más completo sobre salud reproductiva.