Nieves Baldoví ejerce como dentista en Premià de Mar (Barcelona), donde dirige su propia clínica dental desde 2006. Apasionada por su trabajo, este año quería pasar un verano diferente, combinando profesión y cooperación. Así Nieves, junto a su equipo de asistentes, decidió viajar a Varanasi (India) y disfrutar de sus vacaciones colaborando con Semilla para el Cambio.
Durante 15 días, la doctora ha llevado a cabo más de 150 revisiones bucales y ha hecho más de 70 tratamientos dentales a los niños, niñas y familias que integran los diferentes programas que la ONG tiene en los barrios de Dashashwamedh y Sigra. Dos semanas en las que ha trabajado intensamente; pero en las que también ha encontrado tiempo para conocer sobre el terreno los proyectos de Semilla para el Cambio, hacer turismo por la ciudad e, incluso, celebrar su cumpleaños junto a todo el equipo de la ONG.
¿Qué ha sido lo que más te ha impresionado de Semilla?
El trabajo que ha hecho María para sacar la ONG adelante. Empezar de cero y gestionar un proyecto como este es muy complicado, y ella lo ha logrado. Además, la labor que está haciendo por la educación de los niños y niñas y por el futuro de las mujeres de los slums es admirable. Formarlas para que el día de mañana puedan valerse por sí mismas es un trabajo maravilloso.
¿Y de la India?
La verdad es que me imaginaba el país tal y como lo he visto. Caótico, ruidoso, desordenado… me ha encantado. Lo que más me ha sorprendido es la hospitalidad y amabilidad de la gente.
Has estado 15 días pasando consulta a los pacientes. Podría decirse que, de algún modo, no has dejado de trabajar. ¿Qué te empujó a querer pasar tus vacaciones de verano colaborando en la India?
Siempre me ha atraído la labor en cooperación. Me siento realizada cuando ejerzo mi profesión ayudando a aquéllos que lo necesitan. Hace un año estuve como cooperante en Gandia (África) y este año me decidí por la India, ya que es un país que siempre había querido conocer.
¿En qué ha consistido tu labor en Semilla durante estos días?
Básicamente he realizado el mismo trabajo que suelo hacer a diario en mi clínica. Han sido dos semanas en las que mi equipo y yo hemos llevado a cabo más de 150 revisiones rutinarias y hecho alrededor de 70 tratamientos, tanto en el centro de Semilla en Sigra como en Dashashwamedh. Hemos hecho desde limpiezas bucales, extracciones, empastes y ortodoncias, hasta talleres de educación de higiene bucal a adultos, niños y niñas. En estos talleres les hemos explicado cómo cepillarse correctamente los dientes, la relación entre los alimentos y el nivel de azúcar y conceptos básicos como, por ejemplo, qué es una caries o cuáles son las principales enfermedades bucales a las que son más propensos.
¿Qué dificultades has encontrado en el momento de pasar consulta?
Una de las mayores dificultades ha sido luchar contra los mitos o creencias que la mayoría de los pacientes, sobre todo adultos, tienen en torno a la odontología. Por ejemplo, más de un paciente se negaba a que le extrajera un diente porque creía que le provocaría ceguera. Me ha sorprendido el miedo que, en general, tienen a la figura del dentista.
¿Y qué ha sido lo más fácil?
Tratar a los niños y niñas, sin duda. Ellos todavía no están tan influenciados por esos mitos y no tienen el miedo que sus padres llegan a tener frente al dentista. Es cierto que al principio se muestran asustados, por desconocimiento, pero en general todos los niños y niñas que hemos tratado han obedecido y se han comportado como unos campeones y campeonas.
En comparación con el trabajo que desempeñas en tu consulta, en Premià de Mar, ¿qué diferencias has visto a la hora de realizar tu trabajo?
Sobre todo la limitación de medios y el tipo de material, que es mucho más sencillo que el que normalmente utilizo en la clínica. No obstante, hemos podido trabajar perfectamente.
Por otro lado, sí que me ha sorprendido el alto nivel de caries que tienen los niños y niñas que hemos tratado, sobre todo, los grupos que viven en los slums.
¿Y a que crees qué se debe?
Seguramente es porque el agua que consumen tiene una elevada cantidad de flúor, y esto tiende a producir caries. Otro motivo es la cantidad de golosinas y dulces que pueden llegar a comer ya que, al ser un producto barato, tienen fácil acceso.
Por ello, creímos que además de pasar consulta, también sería productivo hacer un taller educativo sobre higiene y salud bucal dirigido tanto a adultos como a los mismos niños y niñas.
¿Cómo valoras el trabajo de estos 15 días?
Muy positivo. Personalmente me hubiera gustado poder tratar a más pacientes, pero jugábamos con el hándicap del miedo, mayoritariamente entre los adultos, y muchos de ellos, aún necesitándolo, no se han querido tratar.
Sin embargo, estoy convencida que si hubiéramos estado más tiempo, un mayor número de personas se habría animado a someterse al tratamiento. Y la prueba está en que, en estos últimos días, el volumen de pacientes ha crecido en comparación con la primera semana gracias, sobre todo, al boca-boca en los slums.
Dime un recuerdo que te llevas de esta experiencia.
Me llevo tantos recuerdos que no puedo escoger uno. Recordaré siempre la imagen de los niños y niñas, vestidos con el uniforme del colegio, saliendo del slum –de su casa. Y la tarta… Será imposible olvidar la sorpresa que me disteis por mi cumpleaños. Me quedé sin habla al ver a todos los niños, profesoras y al equipo de Semilla reunidos en el comedor, cantando el cumpleaños feliz. Fue maravilloso.
¿Repetirías?
Sí, sin dudarlo. Esta experiencia es para repetirla tantas veces como sea posible.