Multidisciplinar y comprometido: Conoce al nuevo equipo de Semilla para el Cambio en Varanasi

Multidisciplinar y comprometido: Conoce al nuevo equipo de Semilla para el Cambio en Varanasi

Semilla para el Cambio ha empezado 2020 con un nuevo equipo que os presentamos en este post. Conocemos qué van a hacer Gemma Calahorro, Elena Botica y Matías Carballido durante los próximos meses en Varanasi. Cuáles son sus primeras impresiones, sus inquietudes y, sobre todo, cuáles son sus tareas en los proyectos de Semilla sobre el terreno.  

«Noté que es un proyecto que comenzó desde el corazón»

Estas líneas que estás leyendo en la pantalla de tu ordenador o de tu Smartphone han llegado hasta aquí gracias al trabajo de una de las personas que integran este nuevo equipo que hoy te presentamos. Ella es Gemma Calahorro, nueva voluntaria de comunicación de Semilla para el Cambio en Varanasi. Procedente de Jaén, aunque ciudadana del mundo, implicada en proyectos solidarios y por la justicia social, Gemma ha llegado hace apenas unas semanas.

Sus primeras impresiones al llegar a Varanasi, las resume así: «Todo me llamaba la atención, la forma del vida, el caos del tráfico, los olores, los rituales. Pero sobre todo visitar los slums fue algo inexplicable. Una amiga siempre me decía: «Varanasi no es otro país, es otro planeta».  Y lo corroboré al llegar aquí». Un «planeta» en el que llevar a cabo proyectos de desarrollo durante una década, no es nada sencillo. El secreto, pronto, lo descubrió Gemma: «A pesar del poco tiempo que llevo trabajando como voluntaria para Semilla, desde el primer momento noté que es un proyecto que comenzó desde el corazón y tras mucho tiempo de esfuerzo y dedicación, ves cómo los proyectos de los que se nutre Semilla están dando resultados positivos y ayudando a muchas familias vulnerables en Varanasi», concluye.

Gemma Calahorro - Voluntaria comunicación
Gemma Calahorro lleva unas semanas en Varanasi apoyando al departamento de comunicación y otras áreas. Foto: Cristina Rocha

Gemma tiene un cometido durante los tres meses que pasará en Varanasi: apoyar al equipo de comunicación en España, colaborar en el proyecto de artesanía y participar en las evaluaciones de los niños y niñas dentro del proyecto de educación. «Tu labor es muy importante, Gemma, ya que nos haces llegar información directa de los proyectos», le recordamos siempre. Porque aunque Gemma tiene formación en administración de empresas, ella es, sobre todo,una activista y eso hace que comunicar el cambio que se vive en los slums sea un reto que emprende con gusto.

Su trayectoria anterior a India, nos habla de la solidaridad que la mueve en sus caminos, diversos y solidarios. «Soy familia de acogida de niños y niñas saharauis, a través del programa «Vacaciones en Paz», pertenezco a la Asociación de Apoyo al Pueblo Saharaui de Jaén y participo en las «Caravanas Solidarias», también a favor de esta causa», nos explica. Porque no importa dónde esté Gemma. «Siempre intento estar en contacto con ongs y entidades en los que pueda desarrollar algún tipo de voluntariado, ya que aunque suponga dedicación y esfuerzo, también me hace crecer como persona».

«Un proyecto muy serio, efectivo y donde se respira buen ambiente»

Elena Botica llegó a Varanasi, en el año 2018: «Las primeras cosas que me llamaron la atención al llegar a India fueron los contrastes tan grandes entre clases sociales,  la mentalidad tan diferente a la de Occidente y los rituales», nos explica.

Pasaron unos meses en la ciudad del Ganges hasta que en agosto de 2019, conoció el trabajo de Semilla para el Cambio, a través de su compañero Matías Carballido, que ya entonces atendía a las visitas sobre terreno: «Semilla me dio la sensación  de ser un proyecto muy serio, efectivo y donde se respira buen ambiente entre todos», recuerda Elena.

A partir de ese feeling inicial, unos meses después surgió la posibilidad de colaborar con el equipo, acompañando a Matías en las visitas a los proyectos y echando una mano en el proyecto de educación.

Elena Botica presta apoyo a los proyectos, administración, y ofrecerá clases de música, canto y danza.
Elena Botica presta apoyo a los proyectos, administración, y ofrecerá clases de música, canto y danza.

Después, dado que Elena va a permanecer en Varanasi un año más, ha asumido diversas tareas de apoyo a los proyectos, administración, y ofrecerá clases de música, canto y danza. «Durante el tiempo que he estado en Varanasi aprendí canto y bansuri (flauta india). También había estudiado música en el conservatorio en mi ciudad, Toledo», nos explica. Ahora, Elena devolverá todo ese aprendizaje a las niñas y niños de los slums, a través de sus clases.

«La capoeira como actividad emancipadora»

Matías Carballido, por su parte, llegó a Varanasi desde un poco más lejos, en el espacio y en el tiempo. Procedente de Argentina, pisó India por primera vez en 2010. «Principalmente me enamoré de su cultura y de su música, me voló la peluca… Entonces decidí quedarme a estudiar percusión india. En el medio estuve colaborando con varias ongs en Varanasi y en Calcuta, incluida alguna colaboración con Semilla para el Cambio».

Llegó a Semilla a través de María Bodelón, a quien conoció en Varanasi, donde coincidían en clases de hindi, y de Manuel Blanco, voluntario de la organización. «El proyecto me impactó desde el primer momento, me pareció muy organizado y que funcionaba muy bien», le cuenta a su compañera Gemma.

«De momento no sé cuánto tiempo voy a permanecer en Varanasi», sigue explicando Matías.»Esta ciudad es ya mi casa. Pero, de momento, voy a ayudar en la atención de los visitantes, algunos de los proyectos como educación educación e impartiré también clases de capoeira».

Matías Carbadillo - Cooperante Semilla para el Cambio
Matías Carbadillo colabora en la atención a los visitantes y en el proyecto de educación, entre otros. Foto: Cristina Rocha.

Según nos explica Matías, la idea de enseñar capoeira a los niños y niñas de los slums tiene varias aristas. «Por un lado tiene un bagaje de liberación y trascendencia. Nació de los esclavos en Brasil y creció por todo el mundo, como una actividad emancipadora. Por otra parte, la capoeira propone un llamado a la ancestralidad del movimiento y el cuerpo, el dispositivo es totalmente colaborativo y no competitivo (no hay ganadores ni perdedores). Además de integral, propone no solo trabajar con el cuerpo de formas no habituales en nuestra cotidianeidad, sino también la musicalidad. Propone una instancia lúdica de encuentro con el otro desde la danza, la música, lo ritual, lo teatral», explica apasionado. «Con las clases de capoeira también vamos descubriendo que puede ser un espacio para trabajar problemáticas de género con los adolescentes».